La herramienta fundamental del escritor a la hora de abordar una narración es el texto. Si nos atenemos a su definición básica, entendemos por texto la unidad de carácter lingüístico formada por un conjunto de enunciados con una estructura interna.
Para entenderlo mejor, vamos a comenzar un análisis de esta composición lingüística atendiendo a los distintos tipos de textos existentes.
Antes de ver al detalle la definición para cada tipo de texto, podemos resumir que:
Texto descriptivo: Prevalecen las características de un objeto de forma estática, sin transcurso de tiempo.
Texto narrativo: En él que encontramos un relato de acontecimientos desarrollados en un tiempo o lugar determinado, y llevados a cabo por personajes reales o imaginarios, siguiendo un orden temporal o casual. Éste se puede escribir en prosa o en verso.
Texto argumentativo: Se presentan las razones a favor o en contra de determinada “posición” o “tesis”, con el fin de convencer al interlocutor a través de diferentes argumentos.
Texto expositivo: Es el texto en el que se presentan, de forma neutral y objetiva, determinados hechos o realidades.
Texto científico. Tal y como su nombre indica, la ciencia va a ser el tema central del mismo y el lenguaje científico dará forma al texto.
Texto literario. El texto literario tiene un fin estético y sus formas de locución variarán en función del tipo de género del mismo (lírico, dramático, narrativo).
Texto humanístico. Este tipo de textos se diferencian por el contenido que ofrecen, ligado al ser humano y al conocimiento sobre el mismo.